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domingo, 9 de junio de 2013

Ella era una niña con una infancia genial, su hermana, las muñecas, las risas, travesuras, amigos, una familia encantadora y el amor de un Dios al que creía omnipotente. Una niña feliz que creció bajo el regazo de sus padres, cuidándola de todo mal, conteniéndola siempre, apoyándola y aconsejándola. Totalmente expuesta al amor, a los once años se enamoró (o al menos así lo creía) a los once años, tan pequeña y a la vez tan grande, su mente era como una enciclopedia donde podías encontrar miles de cosas, o quizás como una biblia, donde están todas las preguntas y también todas las respuestas que todos ignoramos porque así lo preferimos, ya que es más fácil dejarse engañar. Ignorar para vivir una vida simple y fácil. Al contrario de ese tipo de personas, ella fue por más, conoció verdades, historias, realidades, se entregó al amor desde muy pequeña, se escapó de los brazos de sus padres y fue expulsada a la triste y fría realidad que es el mundo, el magnífico mundo en el que conviven millones de personas, donde nacen y mueren amores constantemente, un lugar donde los sueños pueden hacerse realidad y a la vez, un lugar donde estos, pueden ser maltratados. Pero su único y mayor sueño, fue siempre el mismo, nunca cambio: ser feliz junto a las personas que amaba. Sin más. Vulnerable, frágil y sentimental, fue siempre en busca de la verdad. La vida la trató mal, se podría decir... Ella solo buscaba ser amabada de la misma forma que se sentía capaz de amar. Y así fue por la vida, amando sin buscar nada a cambio, solo que no la dejen sola, que la acompañen en el camino, y siempre recibió nada más y nada menos que lo contrario. Fue encontrando amor en muchas personas, fue rechazada por muchas otras, pero se daba cuenta que el amor no duraba más que un simple suspiro y así fue que se encerro en su mundo impenetrable, y sintió más que nadie y más que nunca. Quiso alejarse de las personas a medida que pasaba el tiempo, no quería volver a sentir amor por nadie, por nadie que no fuese a sentirlo de la misma forma que ella era capaz. Pero el amor, la llegada del mismo es inevitable. Y aunque no quería, seguía creyendo en él. En ese amor profundo que algún día encontraría, que había creído encontrar, pero el tiempo le demostraba que no, y las respuestas siguió sin encontrarlas. La niña, ya no tan niña, vivió el resto de su vida esperando que alguien la quiera, que alguien se sienta capaz de dar su vida por ella, como ella había sentido ya, en su corazón... Varias veces.

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